Hoy
pasé por tu casa. Paso casi todas las semanas, Carlos, por tu casa. Desde que
regresé, me da miedo ir a visitar a mi madre por esos cuatro segundos en los
que adivino tus paredes blancas detrás de la esquina, e intento no mirar a mi
alrededor y me traiciono, y el camino entero de mi casa a la de mi madre se
convierte en una espera dolorosa de ver la estatua de ese jinete anunciar desde
la distancia el lugar en el que mi día se queda anclado, esperando verte,
esperando no verte, esperando que me veas por planeado accidente. Y planeando
me debato entre elegir caminos que se cruzan con tu viajar por esta ciudad en
la que te escondes o evitarlos, y casi nunca los evito, Carlos, porque me da un
terror paralizante encontrarte pero me encanta correr hacia el miedo, tú ya lo
sabes. Y entonces mis días se convierte en un mental y silencioso repasar de
tus horarios y rutas, adivinándote, sabiendo que seguimos andares paralelos,
con un hormigueo en la punta de los dedos al pensar que una vuelta en falso,
unos instantes de más o de menos pueden significar perderte. Y es un juego
contra mí misma, está claro; tú y yo nos encontramos cuando no te busco, cuando
no me planto en medio de tu camino esperando que pases y rompiendo así el ciclo
de la causalidad.
México
me enferma porque tu sombra se esconde debajo de mi cama y no me deja dormir,
se cuela entre mis dedos y no me deja escribir, se abraza de mis pasos y no me
deja andar, Carlos. México me rompe porque cada esquina es una posible
emboscada, como cuenta Elisewin en esas páginas de mar de Baricco, un motín que
nunca llega, una guerra fría entre resistencias. Y yo resisto sólo porque tú lo
haces, porque admiro ese estoicismo con el que te levantas cada mañana al lado
de una mujer que amas a medias, y le haces el amor pensando en mí, y me hablas
a través de ella, y te preguntas, y guardas silencio, y todas esas cosas que yo
no sé hacer, porque sólo tú sabes llevar las cosas hasta su última consecuencia
y reconocer el momento en que ésta llega. Yo resisto por esa capacidad tuya de
comprometerte, aunque sea con una verdad que no es la mía, porque es una verdad
que entiendo, y entiendo tu necesidad de vivirla hasta que se convierta en una
mentira, porque sólo entonces estarás listo, ¿verdad Carlos? Sólo cuando
termines de quemar la mecha de tus culpas y calmes finalmente esa sed de
masoquismo y como Dominique finalmente entiendas que no te puedes odiar a ti
mismo porque es imposible odiar a alguien como tú, porque estás hecho de un
solo material pero aun no lo ves, y este intento tuyo por mancharte hasta
sentir vergüenza de ti mismo está destinado a fallar porque lo haces
conscientemente, Carlos. La gente a la que te intentas parecer actúa en
inercia, no saben el final de la historia, ignoran y no pretenden ignorar.
Ignoran su ignorancia, Carlos, y tú no puedes escapar esa certidumbre que está
sentada mirándote desde las páginas de un libro de Murakami. Tú sabes muy bien
lo que estás haciendo, y por eso no puedes evitar fallar, porque has dejado de
ser ciego, porque eres un ser de carne y hueso a la deriva en un mar de
fantasmas y muertos en vida. Estás destinado a fallar porque estás vivo y no
puedes luchar contra esa honestidad tuya que te rompe los huesos.
Estoy
tan cansada de tu paciencia. Y a pesar de eso, te respeto profundamente por
ella. Porque yo tengo permiso de odiar, y odio con cada fibra de mi cuerpo esta
espera, pero no podría perdonarte que fuese de otro modo, que no terminaras lo
que comenzaste, porque te quiero limpio, entero, decidido, quiero que agotes
hasta el último recurso, que hagas todo intento por entregarte plenamente a
Ximena, por hacerle el amor con cada trozo de tu alma, quiero que la ames hasta
el cansancio, hasta que llegues al final de la línea, hasta que te sangren las
manos de tanto acariciarla. Porque sólo entonces podrás mirar en tu interior y
encontrarme a mí. Hasta ese día, cuando te destroce el peso del vacío que
encontrarás al otro lado del espejo, no te quiero, Carlos, ni un trozo de ti.
Porque te quiero entero y hasta el final, quiero que quemes tu amor por Ximena
hasta las últimas consecuencias.
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